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Vivir en un vacío sin inspiración

Hay momentos en que la inspiración parece desvanecerse, dejando un vacío aterrador. El lienzo en blanco que tengo ante mí, que suele prometer infinitas posibilidades, se transforma en un muro silencioso.

Sin embargo, aprender a vivir con este vacío puede ser una experiencia valiosa.

El silencio creativo no es una falta, sino un tiempo de gestación: como la tierra en invierno que parece dormida, pero que en realidad contiene las semillas que germinarán en primavera.

Aceptar la ausencia de imágenes, palabras y formas significa permitirnos escuchar. Escucharnos a nosotros mismos, escuchar nuestros ritmos, los detalles del mundo que nos rodea.

No es necesario forzarlo: el vacío puede ser vivido como espacio de observación y respiración .

A veces, dibujar sin un objetivo específico, fijarse en una línea o un color sin saber adónde nos llevará, es ya una forma de conectar con la propia creatividad. El vacío no es lo opuesto a la creación: es su preludio.

Quizás, en lugar de luchar contra ello, deberíamos estar agradecidos. Porque nos recuerda que el arte también nace de la espera, de la escucha y de lo invisible, que poco a poco va tomando forma.

 
 
 

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